No puedes tener una conversación sobre el techno de Berlín sin soltar dos palabras simples pero fundamentales: Ben Klock. Parado detrás de los decks, con rasgos taciturnos y, por supuesto, una camiseta negra debajo de una chaqueta de cuero, los sets hipnóticos y profundos de maquinaria meditativa de Klock se ha convertido en una leyenda en su ciudad de origen, especialmente en Berghain, en donde ha sido residente desde que el club abrió sus puertas en el 2004.
Cuenta la leyenda que Ben Kl...
No puedes tener una conversación sobre el techno de Berlín sin soltar dos palabras simples pero fundamentales: Ben Klock. Parado detrás de los decks, con rasgos taciturnos y, por supuesto, una camiseta negra debajo de una chaqueta de cuero, los sets hipnóticos y profundos de maquinaria meditativa de Klock se ha convertido en una leyenda en su ciudad de origen, especialmente en Berghain, en donde ha sido residente desde que el club abrió sus puertas en el 2004.
Cuenta la leyenda que Ben Klock ostenta el récord de horas seguidas pinchando en Berghain: nada más ni nada menos que 16h. Lo suyo son las maratones, los sets de largo alcance; es de los que piensa que el dj realiza viajes con su público, y no que su trabajo deba ser el de un mero animador durante un par de horas.
Detrás de la leyenda existe, por supuesto, una base real. Un largo recorrido le ha llevado desde el Berlín desconocido hasta ser considerado como uno de los artistas más aclamados en la esfera techno del planeta, que alcanza mucho más allá de Berghain. Y cuando decimos techno hablamos, en este caso, de Techno en mayúsculas, ajeno a otros estilos más suaves o tangenciales. Aquí hablamos del núcleo duro y de los bajos que no perdonan.
En sus inicios como dj, Ben Klock pinchó, entre otros clubes berlineses, en Tresor. Como él mismo afirma, mientras se ganaba la vida como diseñador gráfico y músico, estuvo a punto de dejar las cabinas, hasta que, como quien no quiere la cosa, Berghain apareció. El club ejerció de faro para toda una escena berlinesa que estaba en la cuerda floja, cuando el boom de los tempranos noventa languidecía y se necesitaba una renovación. Ben Klock estaba al día de la próxima apertura de Berghain, en 2004, de la mano de los propietarios de Ostgut, uno de los pocos clubes que interesaban al dj berlinés por aquel entonces. Ellen Allien le puso en contacto con las entrañas de Berghain. Pinchó por primera vez en el mismo año de su apertura. Y desde entonces su vida ha dado un vuelco increíble. No, mentira, su vida no ha dado ningún vuelco, sencillamente, desde ese primer set, y los incontables que le seguirían después —cada vez más intensos y más largos—, Ben Klock ha ido edificando junto a la estela de músicos que también le acompañan, como Marcel Dettmann, una forma de entender el techno que retoma lo mejor de los noventa y lo proyecta a nuestra plena contemporaneidad.
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